El mercado laboral de Argentina y México avanza este septiembre atravesado por los mismos factores que lo condicionaron durante gran parte del año: política, economía y expectativas. La región vive un momento en el que las decisiones de inversión, contratación y carrera se leen a la luz de escenarios que aún permanecen sin definir.
En Argentina, el clima electoral continúa siendo el eje que marca el ritmo de la economía y el empleo. Las empresas dividen sus posturas entre las que se animan a tomar riesgos, reforzando equipos en áreas estratégicas, y aquellas más cautas, que prefieren esperar a un panorama más despejado. El resultado es un mercado laboral heterogéneo: algunos sectores, como el agro y la energía, muestran dinamismo con nuevos proyectos e inversiones, mientras que consumo masivo por ejemplo sigue lidiando con márgenes ajustados y decisiones postergadas.
Los candidatos, por su parte, también juegan su partida. Muchos ejecutivos se mantienen en sus posiciones a la espera de mayor certidumbre, pero quienes buscan crecer o cambiar encuentran oportunidades en empresas que no quieren perder terreno en productividad y competitividad. A este escenario se suma el regreso de profesionales expatriados que, tras años en el exterior, deciden volver a la Argentina. Su retorno amplía la oferta de talento, pero también eleva la competencia por puestos que hoy requieren adaptabilidad, visión estratégica y capacidad de ejecutar en entornos inciertos.
En México, septiembre trae como trasfondo la transición política tras las elecciones y el debate en torno al Paquete Económico 2025. Las señales enviadas al mercado combinan estabilidad en el frente fiscal con dudas respecto a la inversión privada y la generación de empleo. El mercado laboral se mantiene dinámico. En paralelo, la fortaleza relativa del peso y la disciplina macroeconómica dan margen para planificar, aunque muchas compañías todavía esperan claridad en reformas estructurales.
¿Qué refleja la foto regional? un mercado laboral en transición. Un escenario que exige a las empresas un delicado equilibrio entre prudencia y proactividad, y a los profesionales, reforzar su empleabilidad y su propuesta de valor para no quedar rezagados.
Nos acercamos al inicio del Q4, uno que sin duda espera definiciones que impactarán directamente en la contratación y en la movilidad ejecutiva.