El mercado laboral de Argentina se caracteriza por su informalidad, alto desempleo e inestabilidad y en este período electoral, que se repite cada dos años, contagia el estrés a empresas y candidatos de manera exponencial. La volatilidad y la dispersión se traducen en las diferentes perspectivas que tiene cada actor del mercado laboral, quienes siguiendo las noticias políticas y las medidas monetarias diarias del gobierno, buscan tomar sus decisiones de acuerdo a su entendimiento de la realidad y sus expectativas.
Las empresas que esperan un triunfo oficialista buscan que el programa económico y la consolidación fiscal se refuercen y que las reformas claves sean definitivas. Estas empresas aceptan más riesgo y buscan más crecimiento durante los meses previos a las elecciones y realizan contrataciones y crean nuevos puestos de trabajo. Aquellas empresas que temen un resultado más ajustado y prevén menos gobernabilidad, todavía son cautas respecto de sus inversiones y limitan sus contrataciones y reemplazos, esperando escenarios menos inciertos para avanzar.
Por el lado de los candidatos, quienes no se sienten presionados a buscar un empleo mantienen sus cargos con tranquilidad, mientras que aquellos que ambicionan crecer o cambiar en busca de mejores condiciones se enfrentan a las oportunidades que las empresas más arriesgadas ofrecen. Sin embargo, acceder a ellas requiere mayores esfuerzos: las compañías se vuelven más selectivas y, en un mercado abierto y competitivo, los requisitos se endurecen. A este escenario se suma el retorno de expatriados argentinos, que aportan una nueva capa de talento al mercado doméstico y elevan aún más la competencia por roles que exigen adaptabilidad, visión y una estrategia clara para diferenciarse.
En México, agosto estuvo marcado por la presentación del Paquete Económico 2025, donde el gobierno delineó un presupuesto con foco en la disciplina fiscal y el control de la deuda pública. Este panorama envía señales mixtas al mercado: por un lado, cierta confianza en la estabilidad macroeconómica; por el otro, incertidumbre respecto a cómo impactará en la inversión privada y en la creación de empleo. En paralelo, la transición política tras las elecciones presidenciales mantiene expectantes a las empresas, que ajustan sus planes de contratación a la espera de definiciones más claras en materia de políticas económicas y reformas estructurales.
Tanto en Argentina como en México, la dinámica política y económica se convierte en un factor determinante para la evolución del mercado laboral. La región muestra un escenario desafiante pero con oportunidades para quienes logren anticiparse a los cambios: empresas que sepan equilibrar cautela y crecimiento, y profesionales capaces de adaptarse, reforzar su empleabilidad y diferenciarse en un entorno cada vez más competitivo.